En relación a personajes como Trotsky, que han protagonizado una historia que ellos mismos cuentan, hay que tener cuidado con el “efecto Sócrates”. Recuérdese que el maestro ateniense no escribió nada sino que es Platón quien lo presenta discutiendo con sus enemigos circunstanciales. El lector ingenuo toma a los sofistas como los presenta Sócrates, olvidando que la construcción del diálogo está hecha por su discípulo, que era “socrático”, aunque con diferencias sustantivas con su ilustre padre intelectual. Hay una doble mediación entre nosotros y los sofistas: ese Sócrates es el Sócrates de Platón y esos sofistas son los sofistas del Sócrates de Platón. Trotsky ocupa los dos lugares, el de Trotsky/Platón (el que cuenta) y el de Trotsky/Sócrates (el protagonista). Lo que Trotsky dice acerca de sus oponentes debe, entonces, ponerse entre paréntesis hasta leer directamente a los implicados. Este “efecto socrático” fomenta la ignorancia sobre el conjunto del debate, agiganta la figura de nuestro personaje y subestima la talla de sus antagonistas. Por sobre todo, lleva a una lectura religiosa.

Este libro fue editado con la intención seria de combatir dicha lectura. Es, entonces, esencialmente anti-trotskista. No en tanto crítica destructiva de la reputación del personaje en cuestión, cuanto de la caricatura tan propia de la izquierda que dice defender el socialismo científico pero necesita apoyar su acción política, no en el análisis concreto de la situación concreta (la ciencia), sino en la referencia permanente al texto sagrado. No es Trotsky (ni Marx, ni Lenin) quien va a decirnos cómo actuar hoy, porque no puede hacerlo, esta realidad es la nuestra. Sólo un perverso ejercicio de ventriloquía, que busca evitarse la tarea de hablar por sí mismo, puede hacernos creer que los muertos no lo están. En dicho ejercicio, el que habla no es Trotsky, sino una caricatura ad hoc. Contra esa caricatura y en defensa de un análisis científico de los problemas que exige la transformación social está pensado este volumen.

Por primera vez el lector de habla castellana podrá acceder a la edición original completa de Literatura y Revolución, en cuidada traducción directa del ruso. Además, este trabajo incluye todos los escritos de Trotsky sobre arte y literatura, junto a un completo estudio preliminar a cargo de Eduardo Sartelli y Rosana López Rodriguez.

Literatura y revolución de León Trotsky

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En relación a personajes como Trotsky, que han protagonizado una historia que ellos mismos cuentan, hay que tener cuidado con el “efecto Sócrates”. Recuérdese que el maestro ateniense no escribió nada sino que es Platón quien lo presenta discutiendo con sus enemigos circunstanciales. El lector ingenuo toma a los sofistas como los presenta Sócrates, olvidando que la construcción del diálogo está hecha por su discípulo, que era “socrático”, aunque con diferencias sustantivas con su ilustre padre intelectual. Hay una doble mediación entre nosotros y los sofistas: ese Sócrates es el Sócrates de Platón y esos sofistas son los sofistas del Sócrates de Platón. Trotsky ocupa los dos lugares, el de Trotsky/Platón (el que cuenta) y el de Trotsky/Sócrates (el protagonista). Lo que Trotsky dice acerca de sus oponentes debe, entonces, ponerse entre paréntesis hasta leer directamente a los implicados. Este “efecto socrático” fomenta la ignorancia sobre el conjunto del debate, agiganta la figura de nuestro personaje y subestima la talla de sus antagonistas. Por sobre todo, lleva a una lectura religiosa.

Este libro fue editado con la intención seria de combatir dicha lectura. Es, entonces, esencialmente anti-trotskista. No en tanto crítica destructiva de la reputación del personaje en cuestión, cuanto de la caricatura tan propia de la izquierda que dice defender el socialismo científico pero necesita apoyar su acción política, no en el análisis concreto de la situación concreta (la ciencia), sino en la referencia permanente al texto sagrado. No es Trotsky (ni Marx, ni Lenin) quien va a decirnos cómo actuar hoy, porque no puede hacerlo, esta realidad es la nuestra. Sólo un perverso ejercicio de ventriloquía, que busca evitarse la tarea de hablar por sí mismo, puede hacernos creer que los muertos no lo están. En dicho ejercicio, el que habla no es Trotsky, sino una caricatura ad hoc. Contra esa caricatura y en defensa de un análisis científico de los problemas que exige la transformación social está pensado este volumen.

Por primera vez el lector de habla castellana podrá acceder a la edición original completa de Literatura y Revolución, en cuidada traducción directa del ruso. Además, este trabajo incluye todos los escritos de Trotsky sobre arte y literatura, junto a un completo estudio preliminar a cargo de Eduardo Sartelli y Rosana López Rodriguez.

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