En un paisaje agreste, lejos de Atenas y perdidos, dos viejos interrogan a sus guías -una corneja y un grajo- por el camino que los lleve a Tereo, el hombre que se transformó en ave. Ansian saber si él, en sus vuelos, vio algún sitio donde puedan pasar una vida de pleno goce. El exceso de activismo sintetizado en la manía judiciaria los exilió de su patria en busca de un lugar tranquilo. Luego, en alianza con las aves cuyo jefe es Tereo la Upupa, mítico rey de Tracia, fundan una ciudad en el aire, donde se ha de gozar de todos los bienes. No es de extrañar que a ella lleguen como visitantes tipos que representan el quiebre del orden fundado en las antiguas leyes, las únicas que garantizan la supervivencia del hombre y de la ciudad en la visión de la comedia, pero son expulsados. Y desde allí el héroe cómico, Pisetero, pone sitio a los dioses y, con ayuda de Prometeo, enlaza bodas con Basilia, hermosa joven que administra el rayo -el poder- de Zeus. Con humor y resuelto coraje, el viejo Pisetero refunda, en el plano simbólico, su ciudad. Vale la pena recorrer esta utopía, no sólo para interpretar sus contradicciones, sino para asistir al despliegue de una fantasía cómica sostenida sin decaimientos por la destreza con que el autor hace jugar y chocar, luminosamente, las palabras.

Aves de Aristófanes

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En un paisaje agreste, lejos de Atenas y perdidos, dos viejos interrogan a sus guías -una corneja y un grajo- por el camino que los lleve a Tereo, el hombre que se transformó en ave. Ansian saber si él, en sus vuelos, vio algún sitio donde puedan pasar una vida de pleno goce. El exceso de activismo sintetizado en la manía judiciaria los exilió de su patria en busca de un lugar tranquilo. Luego, en alianza con las aves cuyo jefe es Tereo la Upupa, mítico rey de Tracia, fundan una ciudad en el aire, donde se ha de gozar de todos los bienes. No es de extrañar que a ella lleguen como visitantes tipos que representan el quiebre del orden fundado en las antiguas leyes, las únicas que garantizan la supervivencia del hombre y de la ciudad en la visión de la comedia, pero son expulsados. Y desde allí el héroe cómico, Pisetero, pone sitio a los dioses y, con ayuda de Prometeo, enlaza bodas con Basilia, hermosa joven que administra el rayo -el poder- de Zeus. Con humor y resuelto coraje, el viejo Pisetero refunda, en el plano simbólico, su ciudad. Vale la pena recorrer esta utopía, no sólo para interpretar sus contradicciones, sino para asistir al despliegue de una fantasía cómica sostenida sin decaimientos por la destreza con que el autor hace jugar y chocar, luminosamente, las palabras.

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