Emilio García Wehbi hace una apropiación literaria de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, para tomar al hogar como un espacio microfascista en el cual la mujer se ve sometida a una estructura falo-logocéntrica y religiosa que suprime su potestad y voluntad. Casa que arde propone un acceso contemporáneo a una sociedad dominada por los hombres que toma de rehén el cuerpo femenino. La escritura está marcada por una fuerza verbal donde además de Lorca juegan un papel importante listas de productos farmacéuticos, mitos griegos, Lévi-Strauss, Fausto, textos de Fantasías masculinas, del sociólogo alemán Klaus Theweleit, así como el universo visual y textual del artista estadounidense Henry Darger, la música de Gustav Mahler o el reality americano Little Miss Perfect, entre otros. Siendo fiel a su estilo, Wehbi habita el espacio de la reescritura proponiendo un juego donde los textos van perdiendo su contexto al mismo tiempo que componen un paisaje nuevo en el cual el origen no deja nunca de resonar.
Emilio García Wehbi hace una apropiación literaria de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, para tomar al hogar como un espacio microfascista en el cual la mujer se ve sometida a una estructura falo-logocéntrica y religiosa que suprime su potestad y voluntad. Casa que arde propone un acceso contemporáneo a una sociedad dominada por los hombres que toma de rehén el cuerpo femenino. La escritura está marcada por una fuerza verbal donde además de Lorca juegan un papel importante listas de productos farmacéuticos, mitos griegos, Lévi-Strauss, Fausto, textos de Fantasías masculinas, del sociólogo alemán Klaus Theweleit, así como el universo visual y textual del artista estadounidense Henry Darger, la música de Gustav Mahler o el reality americano Little Miss Perfect, entre otros. Siendo fiel a su estilo, Wehbi habita el espacio de la reescritura proponiendo un juego donde los textos van perdiendo su contexto al mismo tiempo que componen un paisaje nuevo en el cual el origen no deja nunca de resonar.