Páginas: 72

Edición: 2023


Prólogo

Existen muchas maneras de escribir textos para teatro. Muchas de las grandes obras clásicas que conservamos y seguimos eligiendo hacer y leer vieron la luz en la premura y el vértigo de una compañía de actrices y actores expectantes. El ansia, casi diría voraz, de tener el texto, de leer el personaje y su recorrido, de entender la historia, creaban el marco y las condiciones necesarias para parir la obra.

Así se hacía y se seguirá haciendo teatro, y también muchas veces con más calma y pulcritud, con otros tiempos y paisajes más distantes de la escena. Sin embargo, cuando sucede esa prisa y toma cuerpo la ansiedad de toda espera, la expectación tensa el arco del tiempo y coloca a quien escribe en un estado particular, muy diferente al de quien escribe con sus propios plazos, sin los ojos hambrientos de quienes golpean los vidrios pidiendo pan.

A ese proceso, al de escribir así, le llamamos escritura para la escena. Se trata de una forma textual que se escribe un poco antes y bastante durante el transcurso de los ensayos, de un texto que va y vuelve del escenario a la mesa de trabajo de la autora, de una obra que se dialoga y se mutila, condensa, expande, cambia de apariencia en función de lo que la escena viva manda. Es una técnica precisa y supone cierta maestría en el arte del buen convivio.

Estudio para La mujer desnuda de Leonor Courtoisie es un texto que se ha vuelto tal con ese ímpetu, desde esa urgencia, con la zozobra prodigiosa que nos obliga a volver materia con celeridad aquello que es solo una idea. Es, además, un texto fortalecido por la exigencia y el permiso de tomar riesgos. Pero también es la adaptación de una novela –obra que no ha sido concebida para ser representada– a un nuevo lenguaje: el lenguaje del teatro. Toda adaptación de un registro a otro es un ejercicio de traducción, de asimilación de un código nuevo. Y esa otra exigencia está contenida también en el presente volumen. Hay un material textual preexistente: la novela –críptica, por cierto– de Armonía Somers. La obra teatral que de ella deriva, en su texto escrito y en su texto espectacular, se propone estudiar la novela, abrirla, traicionarla, porque en la traducción al lenguaje nuevo la traición es un ingrediente ineludible y misterioso.

Así, Leonor Courtoisie cuenta una historia y documenta una búsqueda. Crea un objeto plástico, inusual. Invoca y algo acontece.

Laura Pouso

Estudio para La mujer desnuda, de Leonor Courtoisie

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Páginas: 72

Edición: 2023


Prólogo

Existen muchas maneras de escribir textos para teatro. Muchas de las grandes obras clásicas que conservamos y seguimos eligiendo hacer y leer vieron la luz en la premura y el vértigo de una compañía de actrices y actores expectantes. El ansia, casi diría voraz, de tener el texto, de leer el personaje y su recorrido, de entender la historia, creaban el marco y las condiciones necesarias para parir la obra.

Así se hacía y se seguirá haciendo teatro, y también muchas veces con más calma y pulcritud, con otros tiempos y paisajes más distantes de la escena. Sin embargo, cuando sucede esa prisa y toma cuerpo la ansiedad de toda espera, la expectación tensa el arco del tiempo y coloca a quien escribe en un estado particular, muy diferente al de quien escribe con sus propios plazos, sin los ojos hambrientos de quienes golpean los vidrios pidiendo pan.

A ese proceso, al de escribir así, le llamamos escritura para la escena. Se trata de una forma textual que se escribe un poco antes y bastante durante el transcurso de los ensayos, de un texto que va y vuelve del escenario a la mesa de trabajo de la autora, de una obra que se dialoga y se mutila, condensa, expande, cambia de apariencia en función de lo que la escena viva manda. Es una técnica precisa y supone cierta maestría en el arte del buen convivio.

Estudio para La mujer desnuda de Leonor Courtoisie es un texto que se ha vuelto tal con ese ímpetu, desde esa urgencia, con la zozobra prodigiosa que nos obliga a volver materia con celeridad aquello que es solo una idea. Es, además, un texto fortalecido por la exigencia y el permiso de tomar riesgos. Pero también es la adaptación de una novela –obra que no ha sido concebida para ser representada– a un nuevo lenguaje: el lenguaje del teatro. Toda adaptación de un registro a otro es un ejercicio de traducción, de asimilación de un código nuevo. Y esa otra exigencia está contenida también en el presente volumen. Hay un material textual preexistente: la novela –críptica, por cierto– de Armonía Somers. La obra teatral que de ella deriva, en su texto escrito y en su texto espectacular, se propone estudiar la novela, abrirla, traicionarla, porque en la traducción al lenguaje nuevo la traición es un ingrediente ineludible y misterioso.

Así, Leonor Courtoisie cuenta una historia y documenta una búsqueda. Crea un objeto plástico, inusual. Invoca y algo acontece.

Laura Pouso

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