Páginas: 210
Edición: 2022
El teatro dadaísta es antiburgués, rechaza no solo los tramposos códigos miméticos y aristotélicos del teatro realista sino las convenciones escenográficas y de vestuario. Análogo a lo que plantea Artaud en El teatro y su doble: “Lo central es exponer la sensibilidad por medios ciertos a una disposición de percepción más profunda y más fina. Este es el objeto de la magia y de los ritos de los que el teatro es sólo un reflejo”. Un teatro que dejaría de ser un espectáculo para convertirse en una experiencia participativa para el público. Es en este sentido que la propuesta de Artaud se emparenta al teatro épico de Bertolt Brecht y su estética del distanciamiento.
Este volumen reúne obras de André Breton y Philippe Soupault, Tristan Tzara, Louis Aragon, Antonin Artaud, Georges Ribemont-Dessaignes, Francis Picabia y Roger Vitrac. Son piezas escénicas, pero también pueden leerse como novelas o poemas, que mantienen intacto su aire de intensidad y disidencia, de novedad, de sueño y locura. De invención disparatada, y también como laboratorio donde el arte moderno ensayaba las primeras etapas de su transformación definitiva. Lucía Aguirre
Páginas: 210
Edición: 2022
El teatro dadaísta es antiburgués, rechaza no solo los tramposos códigos miméticos y aristotélicos del teatro realista sino las convenciones escenográficas y de vestuario. Análogo a lo que plantea Artaud en El teatro y su doble: “Lo central es exponer la sensibilidad por medios ciertos a una disposición de percepción más profunda y más fina. Este es el objeto de la magia y de los ritos de los que el teatro es sólo un reflejo”. Un teatro que dejaría de ser un espectáculo para convertirse en una experiencia participativa para el público. Es en este sentido que la propuesta de Artaud se emparenta al teatro épico de Bertolt Brecht y su estética del distanciamiento.
Este volumen reúne obras de André Breton y Philippe Soupault, Tristan Tzara, Louis Aragon, Antonin Artaud, Georges Ribemont-Dessaignes, Francis Picabia y Roger Vitrac. Son piezas escénicas, pero también pueden leerse como novelas o poemas, que mantienen intacto su aire de intensidad y disidencia, de novedad, de sueño y locura. De invención disparatada, y también como laboratorio donde el arte moderno ensayaba las primeras etapas de su transformación definitiva. Lucía Aguirre