Este libro transita con comodidad por la compleja obra de Copi (1939-1987), un escritor que no costaría mucho situar en un cruce de líneas, entre las cuales se destacan el teatro del absurdo, las lecciones de Michel Foucault, las desmesuras rabelaisianas, los caprichos de Witold Gombrowicz y las libertades de Macedonio Fernández. Sin hacer de ello un sistema de reivindicaciones y con la serenidad de quien ha definido muy bien el objeto de su búsqueda, Marcos Rosenzvaig muestra que detrás de esos textos tan fantasiosos y dislocados. Tan imprevisibles, hay no un mero apologista de la homosexualidad más extrema y radical sino un pensamiento crítico agudísimo, una suerte de radiólogo de la cultura contemporánea, asediada por un impulso a la conciencia, acechada por los fantasmas del mal. El enigma de la obra de Copi que tardó tanto en conocerse en la Argentina consiste tal vez en la resistencia a una clasificación. Como se sabe, existen varias: la más sensata reside en ubicar a un escritor en un lugar preciso de la historia de la literatura pero sin ofenderlo con terminologías vacuas. Justamente, Rosenzvaig no parece tentado por tales terminologías y sus correlativos aparatos: simplemente expone, escenificando, articulando, con una evidente impronta teatral, sin dejarse tragar por esos textos ni mimetizarse con ellos, en una actitud adoratoria a la que una obra de esas características puede convocar, pero sin alejarse de ellos, analizándolos, penetrando en su secreto.

Copi: sexo y teatralidad de Marcos Rosenzvaig

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Este libro transita con comodidad por la compleja obra de Copi (1939-1987), un escritor que no costaría mucho situar en un cruce de líneas, entre las cuales se destacan el teatro del absurdo, las lecciones de Michel Foucault, las desmesuras rabelaisianas, los caprichos de Witold Gombrowicz y las libertades de Macedonio Fernández. Sin hacer de ello un sistema de reivindicaciones y con la serenidad de quien ha definido muy bien el objeto de su búsqueda, Marcos Rosenzvaig muestra que detrás de esos textos tan fantasiosos y dislocados. Tan imprevisibles, hay no un mero apologista de la homosexualidad más extrema y radical sino un pensamiento crítico agudísimo, una suerte de radiólogo de la cultura contemporánea, asediada por un impulso a la conciencia, acechada por los fantasmas del mal. El enigma de la obra de Copi que tardó tanto en conocerse en la Argentina consiste tal vez en la resistencia a una clasificación. Como se sabe, existen varias: la más sensata reside en ubicar a un escritor en un lugar preciso de la historia de la literatura pero sin ofenderlo con terminologías vacuas. Justamente, Rosenzvaig no parece tentado por tales terminologías y sus correlativos aparatos: simplemente expone, escenificando, articulando, con una evidente impronta teatral, sin dejarse tragar por esos textos ni mimetizarse con ellos, en una actitud adoratoria a la que una obra de esas características puede convocar, pero sin alejarse de ellos, analizándolos, penetrando en su secreto.

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